
Tierra de buena comida, tranquilidad y paisajes que te transportan a otra dimensión

BABIA
Ubicada en el noroeste de la provincia de León, Babia es una de las comarcas más singulares y hermosas del norte peninsular. Rodeada por imponentes montañas, valles verdes y ríos cristalinos, es un lugar donde la naturaleza se expresa con una belleza serena y rotunda. Aquí no encontrarás grandes centros comerciales ni tráfico denso: en Babia, el tiempo parece detenerse, y eso forma parte de su encanto.
Este enclave ha sido tradicionalmente zona de trashumancia ganadera, lo que ha dejado una profunda huella en sus pueblos, su arquitectura popular y sus costumbres. La comarca está formada por pequeños núcleos de población con casas de piedra, calles empedradas y tejados de pizarra. Muchos de ellos conservan hornos comunales, fuentes tradicionales y lavaderos antiguos, testigos silenciosos de otra forma de vida que aún resiste.
Declarada Reserva de la Biosfera, Babia ofrece un entorno natural de gran valor ecológico, donde conviven especies protegidas como el oso pardo, el urogallo cantábrico o el águila real. Los aficionados al senderismo y la montaña pueden recorrer rutas espectaculares como la ascensión a Peña Ubiña, los valles del río Luna o el río Sil, o los caminos que conectan con el cercano Parque Natural de Somiedo.

Hoy en día, Babia es un destino ideal para quienes buscan desconectar, respirar aire puro, disfrutar de la gastronomía local —con productos como el botillo del Bierzo, los quesos de cabra artesanos o la carne de ternera de pasto—, o simplemente vivir en armonía con el entorno.
En la actualidad, cada vez más personas deciden comprar una casa en Babia para establecer allí su segunda residencia o iniciar un proyecto de vida ligado a la naturaleza. La región cuenta con una creciente comunidad de nuevos habitantes, que convive con los vecinos de toda la vida en un equilibrio respetuoso y enriquecedor.
Entre los lugares más destacados, no puedes dejar de visitar pueblos como San Emiliano, Cabrillanes o Riolago, este último con un palacio del siglo XVI que acoge el centro de interpretación de la Reserva. Pero quizá lo más valioso de Babia no esté en sus monumentos, sino en ese sentimiento que experimentan quienes la visitan: estar en Babia no es solo una expresión, es una forma de vivir.








